Como iglesia que profesa la doctrina del pacto, desde el punto de vista espiritual nuestro origen nos remonta a los más antiguos tiempos en los cuales Dios se ha relacionado con su pueblo en la faz de la tierra. Sin embargo, desde el punto de vista histórico, nuestro origen se encuentra en el comienzo de la era moderna.
En el siglo XVI, el monje alemán Martín Lutero (1483-1546) intentó reformar la Iglesia Cristiana, que a lo largo del tiempo había abrazado prácticas contrarias a la Palabra de Dios. La iglesia no lo aceptó y él fue excomulgado. Por medio de Lutero, se originó el movimiento llamado protestantismo. En Suiza, los líderes protestantes fueron Ulrico Zuinglio (1484-1531) y Juan Calvino (1509-1564). Las iglesias dirigidas por Zuinglio y Calvino fueron conocidas como Iglesias Reformadas.
Desde Ginebra, el francés Calvino influenció a muchos en varios países, de tal manera que sus discípulos pasaron a ser llamados calvinistas. Lo que ocurrió fue que, en distintos lugares, los calvinistas recibieron diversos apodos: reformados en la Europa continental; hugonotes en Francia; puritanos en Inglaterra; y presbiterianos en Escocia e Irlanda. Otro aspecto interesante es que la influencia de Calvino alcanzó a creyentes en diversas denominaciones, de tal modo que existen calvinistas entre los bautistas, anglicanos, congregacionalistas y metodistas.
Como se mencionó, en Escocia e Irlanda los calvinistas fueron identificados como “presbiterianos”. Durante los siglos XVII y XVIII, presbiterianos escoceses e irlandeses se instalaron en la Nueva Inglaterra, ahora Estados Unidos de América. La Iglesia Presbiteriana se desarrolló y creció mucho allí. A su vez, durante el siglo XIX, los presbiterianos estadounidenses enviaron misioneros a diversos lugares del mundo, entre ellos, Sudamérica. En este continente, fue iniciada la Iglesia Presbiteriana en Colombia (1856), Brasil (1859), Chile (1873) y Venezuela (1897). Todos estos países recibieron misioneros de la Iglesia Presbiteriana del Norte de Estados Unidos (PCUSA), salvo Brasil, que además recibió misioneros de la Iglesia Presbiteriana del Sur (PCUS).
El desafío para los presbiterianos de cualquier nación es evaluar constantemente las prácticas eclesiásticas de acuerdo con la Biblia. En otras palabras, debemos estar dispuestos a revisar nuestra tradición y solamente defender aquello que tiene base bíblica. Fue esto lo que Lutero criticó durante el siglo XVI: el tradicionalismo, es decir, la obediencia a la tradición en lugar de a la Biblia en la vida de la iglesia.
El presbiterianismo en Chile
El establecimiento del protestantismo en Chile se debe a la labor del Rev. David Trumbull (1819-1889), quien fue enviado al país por la Sociedad Evangélica Extranjera Unión Cristiana. Su viaje fue una respuesta a la solicitud de los inmigrantes de habla inglesa de Valparaíso para que se les designase un pastor, para asistirles y predicar a los nativos. Trumbull, que era congregacionalista, se había graduado en leyes en la Universidad de Yale (1842) y en teología en el Seminario de Princeton (1845).
Recién ordenado, llegó a Valparaíso el 25 de diciembre de 1845. Además de la atención pastoral y la capellanía, Trumbull amplió su radio de acción a la prensa (periódicos en inglés y español), a los derechos civiles (el matrimonio y el cementerio para no católicos) y a la educación secular (fundó la Escuela Popular de Valparaíso, ahora Colegio Presbiteriano David Trumbull). Debido a su iniciativa fue organizada la Sociedad Bíblica de Valparaíso (1861). La venida del Rev. Nathaniel P. Gilbert, que se estableció en Santiago (1861), vino a ser un significativo refuerzo. Después de 1866, más misioneros llegaron. Dos de ellos eran el reverendo Alejandro Merwin, quien se unió a Gilbert, y el Rev. Sylvanus Sayre, que se estableció en Talca. En esa etapa se organizaron la Iglesia Evangélica de Chile en Santiago (1868) y la Iglesia Evangélica de Chile en Valparaíso (1869).
Algunos acontecimientos importantes se dieron durante los años siguientes. En 1871 fue ordenado el primer pastor de Chile, José Manuel Ibáñez Guzmán. Poco después, sucedió algo inesperado, a saber, la transferencia de todo el trabajo de la Sociedad Evangélica Extranjera Unión Cristiana (SEEUC), con sus predicadores y campos, a la Junta de Misiones de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos de América. Esto ocurrió en 1873 debido a las dificultades financieras que enfrentaba la SEEUC. Es de destacar que, con la excepción de Trumbull y Gilbert, congregacionalistas, los otros misioneros que habían sido enviados eran presbiterianos. Así nació la Iglesia Presbiteriana en Chile. La Iglesia Evangélica de Chile se convirtió, al largo del tiempo, en la Primera Iglesia Presbiteriana de Santiago y la Iglesia Evangélica de Valparaíso en la Iglesia Presbiteriana de Valparaíso. En el transcurso de esa década la obra alcanzó a las ciudades de Concepción, Copiapó y Tocopilla. El Presbiterio de Chile – formado por las iglesias de Santiago, Valparaíso y Concepción y conectado con el Sínodo de Nueva York – se organizó en 1883, el mismo año en que se abrió el Seminario Presbiteriano. En resumen, fallecido el misionero pionero (1889), se pusieron los cimientos. El papel multifacético de Trumbull en el país, como pastor, polemista, defensor de los derechos civiles y educador, le dio notoriedad y respeto, por lo que obtuvo del gobierno de Chile la concesión de la nacionalidad por gracia.
Hasta mediados de 1920, el crecimiento de la denominación fue lento pero continuo. Las estadísticas del año 1930 muestran 24 comunidades (iglesias y congregaciones), 31 misioneros, 14 pastores chilenos y 1.392 miembros comulgantes. Había iglesias en el norte (Tocopilla y Copiapó) y en la zona central (Santiago, Valparaíso, Viña del Mar, Rancagua, Curicó, Chillán y Concepción). Se organizó la Liga Femenina Evangélica (1923), la Federación de la Juventud Presbiteriana (1932) y, más tarde, la Federación de Varones Presbiterianos (1950).
Entre 1925 y 1940, la Iglesia Presbiteriana experimentó una fase de estancamiento. El liberalismo teológico abrazado por muchos misioneros, las actitudes corporativistas tomada por una parte de ellos, las diferencias culturales con los nativos, los bajos salarios de los pastores nacionales y las divergencias relacionadas con la administración del campo hicieron que este periodo fuese marcado por la frialdad espiritual. Este fue el escenario que fomentó un período de cismas en la vida de la iglesia. En 1944, un grupo se separó de la IPCH y fundó la Iglesia Presbiteriana Nacional de Chile (IPNA). Los efectos de la controversia modernista fundamentalista, el deseo de una iglesia menos dependiente de extranjeros, la masonería y sobre todo la aparición del Grupo Acción Evangélica fueron los factores que dieron origen a la IPNA. El ala más conservadora entre los misioneros se unió a la nueva iglesia. Con la división, la denominación sufrió una considerable baja: 6 iglesias y 800 miembros. Más que numérica, la pérdida fue de tipo cualitativo. Muchos de los miembros que salieron eran activos, dedicados y fieles en la contribución financiera.
La Iglesia Presbiteriana se hizo autónoma en enero del año 1964, cuando se separó de la misión de Estados Unidos y se organizó el Sínodo Presbiteriano. Así nació la Iglesia Presbiteriana de Chile. En la época liderada por el Rev. Horacio González Contesse (1903-1988), pastor de la Primera Iglesia Presbiteriana de Santiago, la independencia eclesiástica era el deseo de los pastores y presbíteros nacionales. El proceso de salida de los estadounidenses había comenzado durante los años 50 y continuó hasta los 70. A través de la COEMAR (Comisión de Misiones y Relaciones Ecuménicas), una agencia de la iglesia americana, se decidió recibir ministros brasileños para asumir las iglesias necesitadas de pastores, dado el pequeño número de obreros nativos. Fue en este contexto que el primer grupo de ministros de la Iglesia Presbiteriana de Brasil (IPB) vino al país. Desde mediados de la década del 50 hasta 1970, sirvieron entre nosotros los brasileños Anísio Saldiba, Ruben Alberto, Nephtali Vieira Junior, Odayr Olivetti, João Emerick y Sílvio Pedrozo. Es importante recordar que el seminario primitivo fue de corta duración (1883-1898). Sin una “casa de profetas”, algunos candidatos de la IPCH fueron enviados al extranjero. También se recurrió a la ordenación de presbíteros regentes al sagrado ministerio. En medio de estas condiciones, la denominación no pudo retomar el crecimiento. Por el contrario, desafortunadamente experimentó una nueva división. Algunos pastores se rebelaron contra el Sínodo y salieron de la IPCH, lo que resultó en otro golpe significativo: el año 1968 se apartó la Tercera Iglesia Presbiteriana de Santiago y la Iglesia Presbiteriana de Talca; mayor aún fue la disidencia que se produjo el año 1972 con la aparición de la Iglesia Evangélica Presbiteriana de Chile (IEPCH). Tras esa pérdida, la IPCH tenía en 1975 sólo 1.164 miembros comulgantes.
Durante las últimas décadas del siglo XX, se mantuvo el estancamiento y se vieron señales de fatiga y decrecimiento. El hecho es que, por mucho que hubo hombres y mujeres comprometidos con Dios, las iglesias sufrieron la pérdida de muchos miembros y muchos hijos de los creyentes no conocieron al Señor, dejando de congregarse. Un hecho que ilustra este período difícil es que, en Santiago, pasaron 47 años sin que fuese organizada una iglesia. Esta situación de decadencia hizo que a finales de los años 90, algunos miembros se reunieran semanalmente para orar y discutir el futuro de la denominación. Esto dio lugar a una propuesta para el Sínodo con el fin de que la IPCH pudiese reencontrar el camino de crecimiento. El plan reconocía la necesidad de invertir en la formación de pastores que se dedicaran a tiempo completo a la obra, la plantación de nuevas iglesias y la creación de un seminario teológico. A fines de la década del 90 hubo un acercamiento de la IPCH a la Iglesia Presbiteriana de Brasil (IPB) para buscar apoyo en estos nuevos desafíos de la denominación.
De este modo, a través de un despertamiento del liderazgo nacional, la buena preparación ministerial de una nueva generación de pastores chilenos formados tanto en el Seminario de la IPCH como en seminarios extranjeros y la contribución de pastores extranjeros llamados por algunas iglesias locales, la iglesia ha experimentado un proceso de revitalización. Con la creación del Seminario en 2004, la mano de obra nacional ha sido entrenada. Otros han sido formados en seminarios de la IPB. La IPCH está viviendo una nueva fase. Volvió a soñar. En los últimos 15 años fueron organizadas cinco iglesias en Santiago y una en Temuco. Actualmente la denominación cuenta con un total de 33 iglesias, 14 avanzadas y 2807 miembros (2246 comulgantes y 561 no comulgantes).
La Iglesia Presbiteriana Central
A lo largo de su andar, nuestra iglesia ha tenido muchas experiencias y posee una historia que merece ser conocida y enseñada a las nuevas generaciones. La Iglesia Santísima Trinidad, o Primera Iglesia Presbiteriana de Santiago como es frecuentemente llamada, ha participado activamente en la vida de la denominación.
Los comienzos de la Primera Iglesia se remontan a la década de 1860, especialmente a través de la labor del Rev. Nathaniel Porter Gilbert, pastor congregacionalista que desembarcó en Chile el año 1861. La obra ya había sido empezada por David Trumbull entre los extranjeros, más exactamente, en la casa del Señor Helsby (en la calle Moneda). Con la llegada del Rev. Gilbert, los cultos se trasladaron a su casa, en la calle Colegio N°44, y poco a poco los chilenos fueron evangelizados por él. El 20 de mayo de 1868 se realizó un culto en el cual se reconoció a los Reverendos Gilbert y Alejandro M. Merwin como pastores de la iglesia, se ordenó con imposición de manos el señor J. Wetherby al diaconado y se acordó celebrar la Santa Cena el 7 de junio. En dicha fecha se realizó el culto con Santa Cena, ocasión en la cual cuatro nacionales hicieron su profesión pública de fe: Rosario Vicencio de Wetherby, Eusebia Tapia de Guzmán, Juan B. González y Camilo Guzmán C. La iglesia se organizó con el nombre de Iglesia Evangélica Chilena. Unos pocos más tarde, después de 1873, hubo el traspaso de la obra de la Sociedad Evangélica Extranjera Unión Cristiana a la Junta Misionera de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos de América (PCUSA). En sus orígenes la iglesia funcionó bajo el sistema congregacionalista de gobierno. En ese marco, no fue antes de 1886 que la iglesia eligió presbíteros. Los diáconos antecedieron a los ancianos gobernantes en nuestra congregación.
El Rev. Gilbert compró un sitio en la calle Nataniel Cox y ahí se construyó el primer templo. El 29 de junio de 1869 se consagró el local de culto, que recibió el nombre de “La Santísima Trinidad”. Fue en ese templo que un 1º de noviembre de 1871 se llevó a cabo la ordenación del primer pastor chileno al ministerio presbiteriano: José Manuel Ibáñez Guzmán. Estuvieron presentes en la ceremonia todos los pastores de la misión, o sea, Nathaniel Gilbert (Santiago), David Trumbull (Valparaíso), Alejandro Merwin (Valparaíso), Sylvanus Sayre (Talca) y Samuel Christen (Copiapó). Con el regreso de Gilbert a Estados Unidos, Guzmán sirvió como pastor de la Iglesia Santísima Trinidad.
La joven iglesia enfrentó un duro golpe el día 15 de abril de 1889. El templo sufrió un incendio y fue destruido totalmente. A través de muchos esfuerzos y abnegación, el nuevo templo fue consagrado a Dios en septiembre de 1890. Hasta 1906, este templo albergó cultos en castellano y en inglés, en vista de que la colonia de británicos y estadounidenses (Union Church) también se reunía en él. Durante el año 1908, la congregación se mudó a Avenida Brasil N°753, donde permaneció hasta la década del 40. Desde 1946, el local de culto se estableció en la propiedad de calle Santo Domingo N° 639. La adquisición del templo fue así registrada en El Heraldo Evangélico: “En Santiago se ha adquirido el templo de la Iglesia Escocesa de San Andrés, que tiene una ubicación muy central y es de una arquitectura muy hermosa a la vez que está dotado de comodidades superiores a las de otros templos”.
Otros dos momentos difíciles de la iglesia fueron las crisis que resultaron en divisiones. Una de ellas ocurrió en 1918, cuando un grupo de hermanos salió para formar la Iglesia Unión Cristiana (Tercera Iglesia Presbiteriana de Santiago). Otra más grave sucedió en los años 40, donde miembros de la Primera Iglesia descontentos con el rumbo de la denominación decidieron desligarse y organizar la Iglesia Presbiteriana Nacional. En ese contexto, en julio de 1944 se apoderaron de las dependencias de la iglesia local. El Presbiterio de Chile presentó una demanda judicial y el fallo de la corte obligó a los disidentes a desalojar el templo.
Pero no sólo de luchas se labró la vida de nuestra iglesia. Diversas y numerosas fueron las ocasiones de celebración y gozo que la membresía disfrutó. Una de ellas fue experimentada el día 3 de noviembre de 1957. En la mañana de ese domingo se realizó el culto de ordenación del Licenciado Horacio González Contesse al Sagrado Ministerio. El templo estaba lleno. Asistieron, además de la congregación local, numerosos hermanos de otras iglesias quienes se hicieron presente con el propósito de participar en este importante acontecimiento. Los fieles fueron edificados con el sermón “El Don Supremo”, predicado por el Rev. Efraín Martínez. A continuación, la ceremonia de ordenación prosiguió con la presentación de los cargos al pastor efectuados por el Rev. Humberto Reyes, los cargos a la iglesia por el Rev. Rodolfo Vergara y la bendición ministerial por el Rev. James H. McLean. Tras esto, la hermana Lydia Torres de González alabó a Dios interpretando el solo “Mi deber”. El Rev. Horacio González entonces, uno de los líderes de la iglesia, en la cual desempeñada el oficio de anciano gobernante desde 1946, estaba dispuesto y preparado para asumir el pastorado efectivo de la iglesia.
En esta iglesia han servido, por breves o largos períodos, como pastores titulares o adjuntos, los siguientes hermanos:
Período | Pastor |
---|---|
1868-1871 | Nathaniel Porter Gilbert |
1871-1873 | José Manuel Ibáñez Guzmán |
1874-1879 | Samuel Julius Christen |
1880-1889 | William Hand Lester |
1890-1909 | Francisco Díez Freijoó |
1909-1910 | James Francis Garvin |
1910-1917 | Federico Figueroa |
1918 | James Hector McLean Park |
1919-1923 | Juan de Dios Leyton |
1923-1927 | Rogelio Aracena Menares |
1928-1929 | Federico Figueroa |
1930 | Manuel Lorenzo |
1931 | Enrique Fernando Krauss |
1931-1938 | Manuel Segundo Silva |
1939-1944 | Rogelio Aracena Menares |
1944-1947 | Pyron McMillen |
1948 | Manuel Lorenzo |
1949-1957 | James H. McLean P. y Horacio González Contesse |
1957-1988 | Horacio González Contesse |
1988-1999 | Daniel Contesse Bachelet |
1999-2005 | Manuel Hernández Valenzuela |
2004-2007 | Gidélcio Ferreira Lola |
2008 | Eduardo Contreras Cordero |
2008-2015 | Manuel Covarrubias Bravo |
2016-2021 | Marcone Bezerra Carvalho |
2022 | Rodrigo Silva Rojas |
Tan importantes como estos líderes, son también los miembros que han contribuido al desarrollo de la congregación. No pocos ya fueron llamados a la presencia del Señor. Entre nosotros, hay quienes llevan treinta, cuarenta, cincuenta y hasta sesenta años de membresía. Otros se han sumado en tiempos más recientes y también han aportado con sus dones y servicio.
La Primera Iglesia ocupa un lugar muy especial en la vida de la IPCH y goza del cariño de hermanos esparcidos en la capital y en otros rincones del país. De su seno han salido creyentes que han integrado la membresía de todas las iglesias presbiterianas de Santiago. Cada 7 de junio, fecha en que se celebra el aniversario de la Primera Iglesia y de la denominación, el templo se llena de hermanos que vienen de distintos barrios para alabar a Dios por un año más que él nos concede. A raíz de esto, no se puede dejar de expresar la alegría que sentimos en compartir nuestras dependencias siempre que es posible hacerlo con las demás congregaciones. Siempre abrimos las puertas a las iglesias y organismos que han solicitado el uso de nuestro espacio. El templo ha acogido y recibido las numerosas ceremonias de matrimonio de hermanos queridos de las diversas iglesias presbiterianas y evangélicas. Además, en diversas ocasiones la Primera Iglesia ha albergado reuniones del Presbiterio y del Sínodo. Otro hecho que nos acerca a las demás iglesias tiene que ver con los pastores que Dios ha llamado desde nuestro rebaño: Ramón González, Mario Fernández, Patricio Valenzuela, Manuel Caro, Juan Pablo Juica y Henoch Urrutia.
La historia se confunde con la Iglesia Presbiteriana Central. Sin embargo, somos llamados no sólo a escribirla, sino que a hacerla. Hoy más que nunca, se hace necesario meditar bien sobre nuestros caminos y prepararnos para el mañana. Celebrar el pasado sin soñar con el futuro nos dejará rehenes de la nostalgia. Necesitamos progresar. “Lo que fue, puede ser todavía mejor. Lo que ha sido, tiene que avanzar y florecer.”