PRINCIPIOS DOCTRINARIOS
La Iglesia Santísima Trinidad, Primera Iglesia Presbiteriana de Santiago, es una congregación protestante calvinista, que tiene como su mayor objetivo glorificar a Dios. Para este propósito se rige por la Escritura Sagrada, ofreciendo culto público a Dios y estimulando a sus miembros a ofrecerlo de manera individual.
Creemos que hay un solo Dios, el Dios vivo y verdadero que se revela en la Biblia, que subsiste en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Creemos que la Palabra de Dios, que se encuentra en las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamentos, es la única regla de fe y conducta.
Suscribimos a los documentos de Westminster (Confesión de Fe y Catecismos) y al Catecismo de Heidelberg como sistema expositivo de la doctrina bíblica.
Por lo tanto, enseñamos las siguientes verdades:
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Depravación Total. Todos los seres humanos nacen en la condición de pecadores (Salmo 51:5) y no pueden cambiar por sí mismos esta condición (Efesios 2:1-5).
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Elección Incondicional. La salvación está basada en la voluntad soberana de Dios (Romanos 8:29-30). El Señor elige a quien él quiere elegir (Romanos 9:16).
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Expiación Limitada. La muerte de Jesús es suficiente para perdonar los pecados de todos los seres humanos, pero es efectiva sólo para los pecadores que Dios ha decidido salvar (Juan 6:37-40; Juan 10:23-27). La expiación de Cristo, o sea, su sacrificio, es limitada no en su poder sino que en su aplicación. También se dice expiación definida o particular.
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Gracia Irresistible. Nadie puede resistir a la gracia salvadora de Dios. A los que son predestinados el Señor convierte en el tiempo que él quiere (Hechos 13:48; 2 Tesalonicenses 2.13-14).
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Perseverancia de los Santos. Los verdaderos creyentes son preservados por Dios y por eso mantenidos en la gracia salvadora para siempre. El Dios que salva es el mismo Señor que garantiza que nadie puede quitar a los redimidos de sus manos (Juan 10.27-29; Filipenses 1:6; 1 Pedro 1.3-5).
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Sacerdocio Universal de los Creyentes. Por medio del sacrificio de Jesús, todos los creyentes pueden venir directamente a Dios (Hebreos 4:14-16; Hebreos 10:19-22). No existe más la necesidad de entrega de sacrificios de animales a los sacerdotes como sucedía en los tiempos del Antiguo Testamento. En Cristo, formamos un “sacerdocio santo” (1 Pedro 2:5), un “real sacerdocio” (1 Pedro 2.9). Jesús “nos hizo reyes y sacerdotes para Dios” (Apocalipsis 1:6).
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Iglesia reformada siempre reformándose (Ecclesia reformata semper reformanda). La iglesia necesita ser continuamente reformada según la Palabra de Dios. Se debe impedir que cualquier precepto sin base bíblica se enseñe en la iglesia (1 Timoteo 1:3-4). Reformar la iglesia significa corregirla de errores doctrinarios (Apocalipsis 2:14-15) y prácticas que no la edifican (Apocalipsis 2:20).
Finalmente, reconocemos que los referidos principios – por más importantes que sean – no nos ayudarán si no fueren recibidos en oración, con humildad y disposición para el servicio, con el auxilio del Espíritu Santo.